Desde hace más
de medio siglo, el quebracho colorado (Schinopsis balansae) es el árbol
forestal argentino. Así lo establece el Decreto Presidencial Nº 15.190,
promulgado en 1956 para destacar el valor económico y social de la especie, por
la alta calidad de su madera y su tanino. Es una especie autóctona de la
llanura chaqueña, tiene una conocida historia, muy ligada a las tragedias
económicas de nuestro país. Durante gran parte del siglo XX, una empresa
inglesa denominada La Forestal desarrolló una prolífica estructura: más de 40
pueblos y miles de kilómetros de ferrocarril. Pero, cuando terminaron su labor
en la década del 60, abandonaron todo. Lo peor, la deforestación: 90% del monte
chaqueño desaparecido para siempre. El poderoso quebracho colorado,
prácticamente extinto.
Sus minúsculas
flores blancuzcas o rojizas se reúnen en inflorescencias de tipo espiga que
pueden ser tanto axilares como terminales, aparecen entre finales de la primavera
y comienzos del verano. Los frutos, o sámaras, de color rojo, que surgen en el
otoño, son romboidales y alados. Necesita de mucho sol y altas temperaturas
para lograr un desarrollo adecuado, suelos de consistencia arcillo-arenosa o
bien calcáreos; hasta la que la raíz crece en profundidad son muy sensibles a
la sequía.
Dentro de la
medicina no tradicional se le atribuyen propiedades astringentes y se lo emplea
en casos de diarrea y disentería; en uso externo se aplica para el lavado de
heridas y ulceraciones. Otra variedad, la Schinopsis lorentzii, que crece más
al sur, es de menor altura, corteza más oscura y hojas compuestas, su madera es
utilizada en ebanistería y con ella se labran delicados instrumentos musicales
y se tallan hermosas esculturas.
Leyenda del Quebracho Colorado:
Había una vez
un cacique de la tribu quichua de nombre Anka. Él era jefe de esta tribu y
vivía junto a su hijo Puca-Sonko, del cual estaba orgulloso por ser un joven
muy valiente que amaba a la naturaleza. Esta tribu se encargaba de la caza del
jaguar, del venado y del quirquincho. Sin duda alguna, esta clase de vida sana
y en contacto permanente con la naturaleza les proporcionaba fortaleza,
destreza y habilidad. También se dedicaban a la agricultura y la pesca. Sin
embargo, un día, la paz y la tranquilidad se vieron alteradas. Llegaron rumores
a la tribu de que se acercaban ejércitos de viracochas con el propósito de
conquistar aquellas tierras. El jefe Anka lamentaba que su hijo aún era muy
joven para luchar. Lo invitó igual, para que ayudara en la resistencia y en la
lucha, porque era muy valiente. Así es que todos tomaron sus armas y escudos, y
sin titubear salieron a pelear contra los viracochas. Como conocían bien la
selva, los pudieron vencer, ciertamente el estar en contacto permanente con la
naturaleza los salvó.
Anka envejeció,
enfermó y murió. Esta tragedia aceleró el crecimiento de Puca-Sonko. Debido a
la muerte de su padre, debió hacerse cargo de la tribu con todo lo que eso
conlleva para un joven. De hecho, no faltaría mucho para que se enfrentara a
verdaderos desafíos.
Pasó un año
hasta que llegaron los rumores de que los españoles iban a invadir todas sus
tierras. Sin dudar, la tribu salió hacia al bosque, para enfrentar al enemigo.
Los españoles poseían armas que nunca se habían visto. No obstante, los
indígenas salieron con fe y valentía al campo de batalla.
Pasaron algunas
horas y las indígenas comenzaron a buscar al joven Puca-Sonko. Tristemente, lo
encontraron muerto, cerca de un árbol inmenso. Su sangre derramada,
curiosamente, era absorbida por la base del árbol, que comenzaba a volverse
rojo. Este es el origen mitológico del fiel, fuerte y sufrido quebracho
colorado.
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